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miércoles, 19 de diciembre de 2007

PAPA NOEL

Esta Navidad los regalos no los traerá papá Noel, está gordo y anticuado y necesita lifting y gimnasio. Los renos se le han congelado con la ola de frío, los elfos detestan las nuevas tecnologías, son poco productivos y además pretenden revisar su convenio y se han puesto en huelga. Este año el encargado de traernos los regalos será Gadafi. Muammar ya no juguetea a ser un rebelde. Se terminó el volar aviones y masacrar a occidentales. Aprendió bien las lecciones del papaito Reagan y él también se ha dejado seducir por el juego de Hollywood. Se ha vuelto un chico cool y moderno, se ha inyectado botox, usa gafas de diseño y su chilaba es de Armani.
En vez de elfos contrata becarias, son sufridas mujeres musulmanas de clítoris mutilado. No son reivindicativas, achacosas y cascarrabias como elfos y duendes, son, eso si, vírgenes e inexpertas pero Muammar se encargará de que pronto dejen de serlo.
Gadafi ahora es generoso, a ZP que ha sido un niño muy bueno le dará unos miles de millones de euros de aguinaldo. A los revoltosos de la clase, Sarkozy, le petit Nicolas,y a José María, de los Aznar de toda la vida, en vez de carbón les traerá petróleo, que hasta en eso hay que modernizarse.
Corren nuevos tiempos. Más vale que sus majestades los Reyes Magos de Oriente se vayan poniendo a dieta y traten mejor a su séquito. España cada día se mira más en el espejo de la república y Hugo Chávez se postula para traernos los regalos el día 6 de enero.

viernes, 30 de noviembre de 2007

BACHILLERES

Cuando, tras recibir el premio Nóbel de Literatura, algún periodista mostraba su admiración por la vasta cultura de don Camilo José Cela, el escritor, que no concluyó carrera universitaria alguna, respondía, muy serio, que su secreto era que había tenido un “buen bachiller”.
En términos semejantes, y siempre ponderando la importancia de los conocimientos adquiridos durante su bachillerato, se manifestaba el polifacético Fernando Fernán Gómez, recientemente fallecido.El sistema español minucioso y exigente, formaba en el trabajo, la superación y disciplina, sin embargo, tras su reforma por obra y gracia de nefastos planes educativos los resultados de los bachilleres españoles han cambiado ostensiblemente.
Un informe de la agencia independiente PISA ( programa de evaluación internacional de alumnos ) indica que España es el país del mundo desarrollado que más empeoró desde la evaluación anterior, hace tres años, y el nivel de comprensión lectora de los estudiantes es uno de los más bajos de los 57 países examinados, habiéndose deteriorado significativamente en los últimos años.Paradójicamente un gobierno que se atribuye éxitos económicos inexistentes y agota recursos en sobornar ególatras y chantajistas de todo pelaje, elude toda responsabilidad y culpa del fracaso escolar a las familias. No obstante, esa actitud de los encargados de la política educativa es la que trae tan nefastas consecuencias para los que son el futuro de nuestra sociedad.
La clase dirigente no valora el esfuerzo y su único objetivo es “escurrir el bulto”, afanados en una supervivencia insostenible culpan al prójimo de su incompetencia colgándoles si es necesario una soga al cuello erosionando todo aquello que tocan.Aún van más allá, en un maquiavélico ejercicio de confusión fustigan a las sufridas familias que trasmiten nobles y sanos valores de modo que las personas sensatas y formadas pretenden ser sustituidas por una caterva de ciudadanos bobalicones e idiotizados fácilmente manipulables, de esos que caminan hipnotizados tras el oportuno señuelo, sea éste una pancarta, un megáfono o un mensaje simplista e incendiario.
Esta situación me recuerda a la reunión entre Cayo, el campesino genialmente retratado por Delibes autosuficiente en un medio hostil y aislado, y el timorato político, incapaz de sobrevivir cuando se enfrenta al mundo real.El gobernante incapaz disfraza su debilidad de desdén, su estrechez de miras de adanismo, su despreocupación por lo cercano de providencialismo, acabando por despreciar finalmente al pueblo al que dice servir.Nuestros jóvenes se quedan sin bases conceptuales ni referentes, así y todo, espero que algunos alcancen a encontrar el camino.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

EL LABERINTO BOLIVARIANO


García Márquez en el General en su Laberinto relata magistralmente los últimos días de Bolívar, un hombre enigmático y atormentado, culto y sofisticado, dudando, al final de sus días, de si su obra había conducido realmente a un destino mejor para su pueblo.
Unos nativos que tras su muerte y sin el distante parapeto de la Corona, quedaban a merced de los excesos de los sátrapas locales.
El libertador, protagonista de la novela, es un criollo de tez pálida, cabello oscuro y sangre española, nacido en la colonia pero educado en la metrópoli. En su primera juventud sabe superar con gran dignidad la prematura muerte de su adolescente y delicada esposa y en su vuelta al continente, tratando de aplacar su tristeza, asiste a hitos como la coronación de Napoleón como emperador, visita Roma o bebe directamente de las fuentes de la ilustración.

Ese reformador del Caribe aprovecha la interinidad gubernamental de un entonces agonizante imperio español, maniatado por el astuto corso Bonaparte, para hacerse con el control de la colonia. De porte aristocrático, refinado, con exquisitos modales, el general, sin duda un hijo díscolo, pero digno rival y caballero al fin, no reconocería como suya una prole carente de mundo y de luces, ni a subproductos de una húmeda charca, oscura tierra apenas transformada que diría Luis Martín Santos.
Se avergonzaría si algún estrambótico personaje, grotesco, con simiescos modales, tosco porte y nula cultura, ridículo hasta el sonrojo, narcisista hasta la exasperación, soez hasta la nausea y obsesionado por el poder, se declarase su descendiente.
Le dolería que tratase de exorcizar sus fantasmas internos buscando enemistarse con las naciones más prósperas y desarrolladas mientras insolentes descastados rien sus gracias , amparan sus zafiedades o balbucean tarde y mal.
Le agradaría que un noble señor, con coraje y arrestos, un digno caballero de los de antaño, se atreviese a mandarle callar ante el estupor general.

martes, 30 de octubre de 2007

AMORES QUE MATAN

Muchos nobles conceptos son frecuentemente utilizados para esconder los propósitos más viles, pero pocos términos son tan reiteradamente vilipendiados como la palabra amor. A su amparo se justifican todo tipo de excesos y crueldades, desde una educación represiva de los hijos, al control patológico de la pareja o la castración intelectual del núcleo familiar o social.En todo caso amor supone para muchos la posesión del objeto deseado, lo cual coartará su libertad individual y supondrá un pesado lastre para el desarrollo personal del sujeto amado.
Ese amor exhibicionista y posesivo fructifica en las mentes más ingenuas y caprichosas para florecer con frondosa exhuberancia en las lejanas tierras del caribe donde es idealizado por todo tipo de folletinescas novelas e interminables seriales de televisión.Esos apasionados romances transcienden fronteras y se instalan en nuestro acervo cultural pasando a formar parte de nuestra realidad cotidiana.
Pero en nada se quedaría ese sentimiento si no existiesen rapsodas que lo transformen en palabras que lo vuelvan sujeto, verbo y complemento.Y así, el verbo se hace carne y habita entre nosotros. Se cuela en nuestras casas y nos acompaña desde la pequeña pantalla desde hace años en engendros tan singulares como “ Lo que necesitas es Amor”, donde aterradas mujeres daban segundas oportunidades a individuos que decían maltratarlas sólo “ cuando se lo merecían” o “cuando les provocaban”. Argumentos de gran autoridad moral sin duda.... Me pregunto que entenderían semejantes personajes por provocación. ¿Sería una sopa fría a la comida argumento suficiente para incomodar el espíritu sensible de estas impulsivas almas?
El último paso al vacío lo ha dado este nuevo icono de la hedionda podredumbre catódica conocido como El Diario de Patricia.Una ingenua mujer rusa acude a la televisión esperando encontrarse con sus familiares, en su lugar aparece aquel que la había humillado y degradado. Se arrodilla, le ofrece un anillo, llora, quiere volver con ella. El público, la amorfa masa, siempre simplista y manipulable, se conmueve por tanta pasión y aplaude. Pese a la congoja ella se mantiene firme y no cede. Le pide que la deje continuar con su vida.
Cuatro días después ese individuo que tanto decía quererla, pero sólo para él, acaba con la vida de la desdichada muchacha.Amar es dejar que las personas o las sociedades alcancen el máximo de su potencial, respetar decisiones que a veces no entendemos, no regodearse en el pasado, buscar un futuro mejor, tratar de seguir el camino correcto incluso cuando este sea un incómodo sendero.A veces más vale que nos amen un poquito menos y nos dejen tranquilos encontrar nuestro destino.

miércoles, 1 de agosto de 2007

RIGOLETTO

Desde hace unos años tengo el placer de asistir a la trastienda de un singular proceso creativo, la puesta en escena y representación de un clásico de la ópera según la audaz visión de Guridi Producciones, una compañía fresca, moderna y rompedora.
Tal y como pude comprobar en las representaciones de La Boheme o La Traviata en ocasiones anteriores, no es necesario tocar libretos o partituras para transmitir al espectador nuevos y sugerentes mensajes.Nuestro entorno cotidiano está sujeto a múltiples cambios según los países, épocas o costumbres pero los sentimientos y la música son atemporlaes y los ropajes no deben ser un obstáculo para encontrar la auténtica esencia de una obra.Es más, experimentar a mirar desde otro ángulo o vestir el conjunto de otra forma puede ayudar a descubrir la auténtica sustancia de una creación artística.
Con estas adaptaciones, tan solo formales, la compañía pretende buscar la complicidad del espectador, que familiarizado con la música y el texto, puede, sin embargo, dejar volar su imaginación y recrearse con una nueva y siempre desmitificadora mirada del clásico.Este año tocaba Rigolletto y la idea era convertir a todo el mundo cortesano, con duques, amores y traiciones en una auténtica pesadilla del protagonista usando sólo la adecuada ambientación y caracterización de los personajes.
El tormento de Rigoletto, un personaje jorobado y bufonesco, es en esta nueva versión más psicológico que físico, tal y como suele suceder en los tiempos que corren.Un mundo de fantasmagóricas ensoñaciones aparecería al fondo del escenario en forma de transparencias. El decorado se convertiría en un entorno completamente surreal con relojes que se difuminan o un inquietante mobiliario inspirado en el propio mundo de Dalí, maestro del surrealismo.El reto era ya no solo crear la atmósfera onírica adecuada, sino coordinar esto con la actuación y las voces de los cantantes y hacer que estos se sintiesen cómodos en este nuevo medio en sólo cinco días de ensayo.
La animosa compañía, bien dirigida por el director de escena Federico Figueroa, se enfrentó a la exigente propuesta con una predisposición y profesionalidad encomiables pero las dificultades eran muchas y en el ensayo general del miércoles los problemas se acumularon, descoordinación, transparencias que no funcionaban, nervios que hacía que las voces no luciesen en su plenitud...El jueves, el día antes del estreno, y reunidos todos en el salón del hotel ante el reproductor de DVD que les presté repasaron fallos, estudiaron soluciones y se obstinaron en sacar la obra adelante. El viernes en una atmósfera de inquietud contenida y con un nudo en el estómago, partieron para el Teatro Jovellanos. A su vuelta los vi contentos y relajados, habían sufrido pero la representación resultó impecable, sin apenas fallos, con las voces luciendo con naturalidad y el público aplaudiendo y disfrutando.
El sábado las excelentes críticas de los periódicos no hicieron más que aumentar su alegría y confianza. Así y todo no los veía tan entusiasmados como años anteriores, sabían que la representación tenía potencial de mejora y querían actuar gustándose plenamente.Su oportunidad era el domingo, en la segunda y última representación, a la que acudí invitado y en la que por supuesto no defraudaron.Desde el primer momento se notaron buenas vibraciones en el escenario y todo fluyó con gran armonía.
La apabullante voz del barítono Luis Cansino llevó el peso de la obra y lució en todo su esplendor logrando momentos de gran brillantez y dramatismo por su perfecta simbiosis con la soprano Svetla Krasteva. El tenor Israel Lozano fue el adecuado complemento con su papel de libertino y ligero anti héroe. Su bella voz se recreaba en la interpretación de alguna de las melodías más conocidas de la obra como la “donna e mobile”, lo cual ayudaba a bajar la tensión dramática, y conseguía incluso la sonrisa del público cuando nos explicaba aquello de que la mujer es ligera y voluble. Mientras Rigoletto sufre el lascivo y superficial duque de Mantua se divierte.
Todo ello arropado por la orquesta sinfónica y coro de Gijón demostrando un magnífico nivel técnico y profesional.La actuación resultó perfecta con el elenco al completo gustándose, disfrutando, ofreciendo lo mejor de si mismos, en auténtico estado de gracia.Tras tres horas que parecieron un auténtico suspiro terminó el espectáculo entre flores y atronadores aplausos.Se notaba la gran satisfacción y, ahora si, el auténtico entusiasmo de todos. Es más se les veía con “mono” de actuación.
Una lástima no poder hacer alguna representación más ahora que se notaban seguros, cómplices y en auténtica comunión con la nueva versión de la obra. Tal vez haya alguna otra oportunidad, representantes del teatro de Vigo parecían francamente interesados en llevarse este gran espectáculo a su ciudad.Al despedirse me prometieron nueva visita a Gijón el próximo año, con una nueva ópera y la misma simpatía de siempre. No faltaré a la cita.

lunes, 30 de julio de 2007

EL FADO

Ya hace tiempo que me acabé la botella de tawny que me traje de Lisboa la pasada primavera, al menos me queda la cinta de Amalia que compré en la Rua Augusta y me recreo escuchando fado.
 Me invade entonces la melancolía, ese sentimiento tan necesario en un mundo excesivamente autocomplaciente, y por un momento me siento un fadista, un bohemio, un subversivo carente de cualquier corrección política, un fatalista según el origen etimológico de la palabra fado (fatum en latín).
Quiero conocer otros mundos y vivir otras vidas menos convencionales, peligroso camino para aquellos que no dominan los secretos del arte y la música, para aquellos que no poseen el don de Orfeo, que no pueden encandilar al mismísimo Hades con la magia de su melodía y salir indemnes del infernal inframundo.
Pero enfrentarse al horror de lo desconocido es el proceso necesario para destilar las necesarias dosis de sabiduría. Todo puede comenzar en la Taberna del Rey en la Alfama lisboeta escuchando a la angoleña Ana María ( la misma que en el 2004 impresionó a Bill Gates ) poner toda su sudorosa alma negra y sus abundantes kilos en la interpretación de cada estrofa o deleitándome en la terraza de la Galana, en la plaza mayor de Gijón, una calurosa noche de verano con la pureza de la música de Ana Sofía Varela y Ricardo Ribeiro, dos jóvenes músicos portugueses incansables embajadores del fado en cualquier rincón del mundo, en lo que han sido mis dos gloriosos encuentros con el fado en directo el pasado 2006, entre bacalaos el primero y sidras el segundo y preludio de dos noches intensas y profundas en sendos barrios altos.
El fado no conoce de idiomas o lugares, es un veneno que se te mete en el cuerpo, un poso que sedienta en los pliegues de los corazones inconformistas y para el que no existe más antídoto que unos tragos de tawny en los momentos de grave crisis.Como dice un famoso fado "ser fadista é triste sorte porque nos faz pensar na vida e na morte".

domingo, 15 de julio de 2007

ALICANTE y MURCIA

Tras el habitual retraso de Iberia, del que salí, con gran fortuna, mejor parado de lo que preveía, llegué en el minúsculo avión que hace el vuelo directo a Alicante, al aeropuerto de San Juan. Allí, en medio del calor plomizo, me esperaba Michel. A continuación nos acercamos, ya con hambre, pues eran casi las dos de la tarde, al centro de Alicante. La idea de comer en el Club de Regatas, sólo unos metros más allá de la playa del Postiguet, comedor amplio con magníficas vistas, servicio esmerado, suculentos platos típicos con un ligero toque innovador y precio relativamente asequible, fue todo un acierto.
Cargadas las baterías estábamos preparados para afrontar la subida al castillo de Santa Bárbara. La posibilidad de coger el ascensor se nos antojó en aquel momento incompatible con nuestro espíritu deportivo. Tan solo unos minutos después y en medio de las interminables rampas y el calor sofocante descubrimos que habíamos tomado la decisión equivocada. Al menos el paseo nos permitió conocer el barrio antiguo de estilo andaluz y fue culminado con maravillosas vistas de la ciudad. La bajada ya fue mucho más liviana y, de nuevo en el centro de la ciudad, nuestro cuerpo nos pedía algo refrescante. Un típico granizado de limón en una plaza decorada con un enorme acuario urbano fue la relajante forma de reponer fuerzas. Tras contemplar la profusión de lujosos yates cogimos el coche que habíamos aparcado en un garaje del puerto deportivo horas antes y seguimos viaje hacia Murcia.
Ya casi anochecía cuando llegamos a la vecina capital, pero el calor no parecía descender. Tras una ducha nos dirigimos al corazón de la ciudad donde me sorprendió agradablemente el ambiente desenfadado y universitario. Las guapas murcianas sabían mostrar con gracia todos aquellos encantos de los que la naturaleza les había provisto tan generosamente. En la terraza del pub Menos Cuarto, lugar frecuentado por Erasmus, la contemplación casi se convirtió en éxtasis. Era tiempo de regresar a casa, pero antes una parada en el pub de moda, el Plaza 3, cerca del Corte Inglés, nueva meca del postureo murciano abanderado por la ínclita Mari Cielo Pajares, hija del famoso humorista protagonista de Los Bingueros, Yo Hice a Roque III y otros grandes exitos de la filmografía patria.Tras un corto sueño inicié el siguiente día a media mañana y solo, pues Michel tenía uno de esos claustros a los que jamás falta. Aproveché para hacer unas compras, es curioso como las mismas franquicias ofrecen coloridos y modelos cambiantes según las latitudes, y dar un largo paseo por el centro.
La Murcia monumental es un auténtico homenaje al estilo Barroco del que la catedral es su obra cumbre e icono internacional, así como el museo dedicado al genial escultor Salcillo. Para tomarse un café tranquilo son agradables la propia plaza de la catedral, la del Teatro Romea o la plaza de las Flores, esta ya con un ambiente más joven y distendido. Fue precisamente en ese agradable lugar donde quedé con Michel, ya completamente liberado de sus obligaciones académicas y con sus dos largos meses de vacaciones a su disposición, para tomar una comida informal.
Por la tarde, y tras una corta visita al monasterio de la Fuensanta y alguna de las pedanías que rodean la ciudad, volvimos a casa donde nos encontramos con Javi, uno de los compañeros de piso de Michel, asturiano de origen a quien tratamos de arrastrar a la noche murciana, inteligentemente resistió nuestra presión, pues trabajaba al día siguiente.Empezamos con una original cena en un clásico de la comida tradicional murciana; Los Zagales, fundado en 1926, ambiente informal y rústico, paredes empapeladas de fotos de antiguos futbolistas y toreros y comida casera de la zona. Allí tuve oportunidad de probar el morcón, embutido recio y con fundamento, los michirones, consistente estofado de fabas, los morenitos, deliciosa combinación de dátil y bacon o el pisto murciano de suave aroma.Con tan estupendos ingredientes sólo nos faltaba internarnos en las profundidades de la noche. Decidimos empezar por algo ligero, una cerveza tostada en el Gospel, sin embargo, la falta de aire acondicionado pronto nos echó del local. De allí a La Clave, donde seguimos admirando los superlativos encantos de las zagalas murcianas. Después otro local de moda, el Fleming , donde nos sirvieron las copas en vasos de sidra, todo un lujo en aquella tierra. A continuación nos movimos a la zona de la plaza de toros. En los bajos de la propia plaza tienen acondicionados varios locales, como siempre el de música pachanguera fue el que más nos divirtió dándonos oportunidad de hacer numerosas gansadas mientras tratábamos de coreografiar las letras. Tras acabar las consumiciones larga caminata hasta el bar de Mari Cielo donde pretendíamos encontrarnos con Jose, "el Cañi", compañero de gimnasio y de correrías de Michel. El avituallamiento a medio camino con un par de furtivas cervezas en un establecimiento regentado por chinos fue providencial. Llegamos muy puestos al pub de moda y Jose no estaba, causas de fuerza mayor le mantenían ocupado como luego supimos, con más pena que gloria intentamos hacer aproximaciones y aumentar el número de amistades. Afortunadamente nos las ingeniamos para irnos con las bebidas cuando el ambiente empezó a decaer, sin que los machacas se apercibiesen.
Nos trasladamos a la zona del Zig-Zag, un enorme complejo de ocio, esperando que no estuviera todo el pescado vendido, con desesperación observamos que en Murcia la gente está habituada a volver antes a casa.Sólo nos quedaba el Novo, enorme discoteca poblada por peña descontrolada y en la que te cobran por entrar y por salir y en la que los porteros tratan de descargar sus frustraciones con los clientes. Una retirada a tiempo por la salida de emergencia ( que suerte dar con tan oportuna vía de escape ), me evitó esperar a la salida y el posible pago de una multa de 60 euros si no encontraba el ticket de entrada, que en ese momento no sabía donde había metido.Hartos de tanto abuso, decidimos volver a casa rondando las siete de la mañana.
Al mediodía ya estábamos de pie y sin demasiada resaca. En el salón de la casa me encontré a Dani, el otro inquilino del piso. Tras una breve pero agradable conversación partí con Michel hacia el cabo de Palos.Aún nos encontrábamos débiles por los excesos de la noche anterior así que decidimos darnos un gran homenaje. Nada mejor que un caldero en una de las típicas tabernas del lugar. El arroz hirviendo que sale del caldero y el delicioso pescado acabó con los últimos síntomas de malestar. El largo paseo por la zona del faro y el inicio de la manga fue francamente relajante. Después ya con el coche nos adentramos en los confines de la manga, auténtica profusión de ladrillo y construcciones de dudoso gusto a ambos lados de una estrecha franja de tierra.
Varios kilómetros después decidimos parar y darnos un chapuzón en el Mar Mayor por eso de cambiar el gusto del Cantábrico de vez en cuando.De nuevo en Murcia hicimos un poco de proselitismo y conseguimos que nuestros amigos residentes en Murcia se sacasen unas fotos con camisetas de Asturias. Esta vez si conseguimos atraer a Javi con nosotros, pero el plan era mucho más relajado que el del día anterior pues al día siguiente nos esperaban más de 10 horas de coche para volver a casa. En un bar del centro de Murcia aún pudimos ver los últimos minutos del Francia- Brasil y de nuevo me volví a emocionar con el juego y la clase de Zidane, ese inmortal del fútbol, ese gladiador, ese caballero, ese gran señor.Más comida murciana, una cervecita tranquila en un pub irlandés y a las dos estábamos de vuelta en casa.Por la mañana, cafés, despedidas, preparación de equipaje y luego un interminable viaje de regreso conociendo casi todas las estaciones de servicio de Sur a Norte. Cansados pero satisfechos a eso de las 10 de la noche estábamos de vuelta en nuestra querida Asturias.

viernes, 29 de junio de 2007

PASAJE A NUESTROS SUEÑOS

Nunca había salido del Gijón industrial de finales de los años 70, aquel condicionado por el trabajo a turnos en ENSIDESA y un efervescente Musel, con sindicalistas que se hacía dueños de las calles o domingueros que iban a disfrutar del eurosporting o a tomarse aperitivos en la ruta de los vinos.
Yo solo era un niño de 4 años pero aún puedo rememorar la primera vez que me llevaron a uno de esos mágicos templos de la modernidad. Aún puedo recrearme con las sensaciones que me produjo aquel entorno. Fue algo quasi místico. Me encontraba en la antesala de un inexplicable agujero de gusano que me absorbía y me lanzaba muy lejos, más allá del horizonte.Andando el tiempo pude ir conociendo otros muchos y recrearme dejándome hechizar por ellos.
Son puertas de entrada a mundos diferentes y distantes, el vestíbulo de países y civilizaciones, crisol de culturas e idiomas, torres de Babel caóticas y fascinantes.Son los aeropuertos, desmesurados y frágiles, algunos inmensos, otros pequeños o medianos pero siempre inabarcables.Incertidumbre, interminables horas de espera, conexiones imposibles, emoción prisas y pánico al perder el enlace, equipajes que desaparecen, vuelos que no llegan pero, al fin, el único acceso posible a otras sensaciones y texturas, otras etnias y atuendos, otra gestualidad e idiomas.
Los hay futuristas, con peligrosas e inacabables cintas para caminar y psicodélicas luces inspiradas en las películas de ciencia ficción de los 70, como el de Frankfurt.Los hay claustrofóbicos, densos y abigarrados como Heathrow.Los hay arcaicos y con interminables rampas hasta la estación de autobús, como el de Gatwick. Curiosos recuerdos tengo de aquel lugar y de aquel vuelo, un 11 de septiembre del 2001.
Los hay demasiado cerca de la urbe, achacosos y destartalados, como el de Lisboa.Los hay enmoquetados y ultralimpios, sofisticados, novísimos y megaseguros, como el Changui en Singapur.Los hay sorprendentemente occidentales y espaciosos como el de Ataturk en Estambul.Los hay desorganizados y caóticos, con nubes de maletas volando por cualquier rincón, pero al fin eficaces (al menos tuve la suerte de salir airoso del trance), como el de Fiumicino en Roma.Los hay menos desorganizados y caóticos pero profundamente italianos al fin y al cabo como el de Malpensa en Milán.
Los hay con techos bajos y monjes budistas mezclándose entre la horda de turistas como el de Bangkok.Los hay amplios, cristalinos, luminosos pero demasiado sofisticados para las capacidades de sus moradores como la T4 en Barajas o entrañables como su parte antigua.Los hay coquetos, accesibles y a escala humana como El Pratt de Barcelona.Los hay que son el saloncito de tu casa, pequeños, amables y acogedores, como Ranón en Asturias. De allí salí por primera vez siendo un niño y quedé atrapado para siempre en sus redes.

viernes, 22 de junio de 2007

ETERNA CHINA

Beijing cambia de piel y crece en centímetros. Los barrios tradicionales desaparecen a ritmo de vértigo y en su lugar se edifican bloques de edificios y enormes centros comerciales, auténtico símbolo de una nueva China salvajemente consumista pero nominalmente aún comunista.
El comercio florece y el oportunista, tras extenuante regateo, puede hacerse con verdaderas gangas en lugares como el surtidísimo mercado de la seda, auténtico santuario donde nada es original pero todo lo parece.En las entrañas mismas de la ciudad aún sobrevive lo que se denomina Hutong, barrio tradicional de casas bajas y estrechas callejuelas, constantemente amenazado por las excavadoras y grúas que proliferan por doquier.
Caminaba por la gran avenida que conecta el hotel Marriot, donde me alojaba, con la plaza de Plaza de Tian'anmen cuando desaliñado chino se bajó de su bicicleta y me animó a que me sentase en el habitáculo de la parte trasera de del vehículo y descubriese lo más recóndito de lo que aún queda de la antigua ciudad. Estrechas y polvorientas callejuelas, viviendas a todas luces sin las más mínimas condiciones de habitabilidad, curiosos que se asoman a ver el extraño que irrumpe en su mundo en extinción. Había algo de decadente en la atmósfera y decidí bajarme de la bicicleta, abandonar el barrio y tomar de nuevo dirección a Plaza de Tian'anmen , la enorme plaza donde se rinde culto al cuerpo embalsamado de Mao, se homenajea a la bandera o se reprime a estudiantes revolucionarios o a intelectuales alborotadores.
Accedí desde un paso subterráneo donde se arremolinaban vendedores mientras algún músico callejero tocaba instrumentos autóctonos y me encontré con un espacio de dimensiones colosales pero lleno de vida dada la proliferación de curiosos, aniñados militares, turistas y transeúntes.A un extremo de la plaza hay una antigua puerta de acceso, al otro la Ciudad Prohibida, magnífico conjunto de pabellones concebidos para dirigir un enorme imperio. Sólo atravesarla me consumió casi media jornada. Al final un exquisito jardín con deliciosos edificios, flores y montañas artificiales recreando un mundo perfecto, idílico e irreal.
Ya fuera del recinto aun queda un bello parque a las faldas de una montaña que en un tiempo perteneció al complejo y donde aun es posible encontrar alguna zona tranquila.
Cansado de tanto paseo me encaminé al hotel donde me encontré con Jing. Cenamos en la última planta de uno de los numerosos centros comerciales que abundan en la zona. Optamos por una austera comida rápida, barata y muy picante y justo después nos retiramos. Al día siguiente tocaba excursión.
Parte del trazado de la gran muralla, de unos 4.000 kilómetros en total, no está demasiado distante de Beijing, a apenas 80 kilómetros. Son muchas las excursiones que parten diariamente hacia tan emblemático lugar, algunas concebidas especialmente para el turista chino, francamente económicas, pero inaccesibles para aquel que no hable mandarín, no obstante yo contaba con la ayuda de Jing y no nos fue difícil reservar para una de ellas.
Vinieron a recogernos a las 6 de la mañana al hotel, el resto de pasajeros ya habían asistido previamente al largo, tedioso y patriotero homenaje a la bandera china que diariamente se celebraba en Tian'anmen .Al entrar al autobús nos percatamos que las dos únicas plazas disponibles estaban ubicadas en ambos extremos del mismo. El vehículo, de aproximadamente las dimensiones de un mono volumen, contaba, increíblemente, con más de 20 asientos. Me costó encajarme entre los 5 chinos que se apiñaban en la última fila ( no se como se hubiera arreglado un hombre grande ), afortunadamente el cansancio me hizo dormir gran parte del trayecto y ya cerca de nuestro destino pude disfrutar con las picudas montañas y el original paisaje.
Al llegar a Badaling observé que el lugar vivía exclusivamente para la muralla, amplias zonas de aparcamiento, servicios públicos de olor nauseabundo donde el water es un simple agujero y en el que los chinos defecan en cuclillas, tiendas de comestibles ( imposible encontrar una cafetería en china ), y unos circenses osos negros en el empinado camino hacia la gran atracción turística.
Afortunadamente no era necesario hacer todo el trayecto a pie, en determinado punto una vagoneta eléctrica individual, del estilo de las que hay en los parques de atracciones, permitía continuar la ruta cómodamente sentado, seguía cansado y no me importó que el vehículo careciese de las mínimas medidas de seguridad.
Al final llegamos a la muralla propiamente dicha y me impactó contemplar como aquellas sólidas paredes de 3 metros de alto y 2 de ancho subían y bajaban uniendo las cimas de la cordillera de triangulares montañas hasta perderse en el horizonte.El trazado era muy pendiente y me lo tomé con calma, tras recorrer poco más de un kilómetro me paré en un mirador y allí permanecí extasiado, abstraído de las oleadas de turistas de tez amarilla que me rodeaban, disfrutando del frescor del aire y de la serpenteante construcción.El esfuerzo había valido la pena.
El viaje a las tumbas Ming, otra vez en un hacinado autobús rodeado de turistas chinos, no resultó tan espectacular como esperaba, varias edificaciones de gran tamaño sin gracia alguna y delirantes explicaciones del supersticioso guía, más preocupado en que tocásemos el caparazón de la escultura de una tortuga o que entrásemos en determinadas estancias con el pie derecho por delante ( realmente pensé que Jing bromeaba cuando traducía del mandarín al inglés ) que de darnos detalles sobre la biografía de los monarcas allí enterrados o las técnicas constructivas utilizadas.
De allí nos desplazamos a un antiguo y destartalado parque de atracciones donde niños y adultos parecían encontrar gran diversión pese a la precariedad de las atracciones.Lo que si encontré interesante, aún a unos kilómetros de Beijing, fue la visita a un antiguo poblado completamente restaurado y actualmente vendido como una urbanización de lujo tras dotarle de los servicios más modernos sin que ello haya mermado su encanto tradicional.
Ya de vuelta al el centro de Beijing pude disfrutar con el templo del cielo, uno de los edificios más bellos de la ciudad. Se compone de tres pabellones y en el principal el emperador rezaba para que las cosechas fueran buenas. A su alrededor hay amplios jardines ideales para el paseo.
No muy lejos de ese lugar está la Calle Wangfujing , peatonalizada recientemente, repleta de vida y centros comerciales. Me llamaron la atención los comercios especializados en jade, la joya favorita de los chinos, a la que estiman tanto como nosotros el oro. El capricho de hacerme con una pequeña muestra me costó una pequeña fortuna. Ya anochecía y la calle comenzó a llenarse de luces de neón, auténtico reflejo de la imagen de la nueva China. Era el momento ideal para ir a cenar en uno de los agradables restaurantes de las inmediaciones frecuentados por occidentales donde se puede disfrutar de la mejor comida por un precio muy asequible, en uno de ellos me topé casualmente con el aventurero británico Ian Wright y decidí sobre la marcha abandonar Beijing y apurar mi última semana de vacaciones en la provincia de Yunnan, al pie del Himalaya.
La jornada siguiente transcurrió entre compras paseos y preparativos para el viaje a Lijiang, en la provincia de Yunnan. No nos resultó fácil ni excesivamente barato ( los vuelos domésticos son un producto de lujo en China ), hacernos con un par de pasajes para el día siguiente, pero al final conseguimos nuestro objetivo. Volaríamos hacia el pequeño aeropuerto de Lijiang, a tres horas y media en avión al suroeste.
A más de dos mil metros de altura, en la zona conocida como el preTibet, donde el escritor James Milton ubicó en legendario pueblo de Shangri la, se encuentra Lijiang, antigua ciudad de canales, puentes y extraordinaria belleza, capital de la minoría conocida como Nakxi, un pueblo de tradiciones matriarcales orgulloso de conservar su propio idioma, cultura y escritura pictográfica conocida como Dongba.Llegar a este lugar es tocar el paraíso con los dedos, dejarse seducir por un paisaje excepcional, experimentar una indescriptible sensación de calma y bienestar. Pasear por Lijiang es hacerlo entre edificios centenarios construidos con madera y rodeados de canales de agua pura venida directamente del Himalaya. De madera era el hotel donde me alojé o los restaurantes donde solía comer usando ineludiblemente los palos. Pero lo que realmente hace único a Lijiang es su comunión con el entorno y con la Montaña del Dragón de Jade, con sus nieves perpetuas reinando sobre tanta hermosura.
El pueblo Nakxi es abierto, alegre y disfruta tarareando viejas melodías o retándose a improvisar cánticos, aparentemente por su gestualidad, cada cual más ingenioso. Los fines de semana también saben disfrutar en cervecerías y karaokes.Para conocer las sendas y los mágicos parajes que rodean Lijiang, lo más aconsejable es utilizar el caballo. Se pueden recorrer los escondidos pueblos de la zona o el húmedo altiplano en el entorno del lago. En ese punto te animarán a coger una barca y ya en el interior del lago alguien vendrá a tratar de venderte comida desde otra embarcación, comer pescado en medio del lago es una auténtica delicia. Pero impregnado de nuevas sensaciones y ya familiarizado con los caballos querrás ponerte nuevos retos, llegar hasta horizontes aún más lejanos y al día siguiente tal vez te encuentres, igual que yo, ascendiendo por el llamado paso de Shagri la, acompañado por Jing y dos lugareñas, y provistos de oxígeno y ropa de abrigo, con el objetivo de llegar hasta una altura de más de 4000 salvando un desnivel de más de 2000 metros en unas pocas horas. Estrechísimas sendas, tremendos desfiladeros, vegetación de montaña, flores salvajes e imponentes valles y montañas a nuestro alrededor. Mi cuerpo volvió a bajar al valle pero mi espíritu aún seguía en el paso de Sangri la.
Obsesionado por las leyendas de la gente que no envejece me dirigí a Shuhe, cerca de Liyang, donde nos dijeron que había un alquimista que podía desvelar las claves de la eterna juventud.Para allí partimos y pronto nos topamos con un templo de estilo tibetano. Un monje apareció a nuestro encuentro y nos dijo que el alquimista había desaparecido entre las montañas, pero que tal vez él podría ayudarnos. Ante nuestras cuestiones se limitó a explicarnos sus ritos funerarios y la forma de preparar el viaje al más allá.Decepcionados salimos del recinto del templo y usando nuestras manos bebimos agua fresca de la cercana fuente. Cansados y confusos decidimos hacer un alto en el camino y nos sentamos en el banco de piedra de la plaza del mercado mientras caballos y hombres circulaban a nuestro alrededor a un ritmo pausado.Entonces sus ojos se cruzaron con los míos, nos miramos y vimos que había algo en nuestro interior que no envejecía con el tiempo, que se hacía más sólido y consistente, que nos proporcionaba luz y energía y nos daba fuerzas para continuar nuestra larga marcha. Llegaba la hora de abandonar las montañas.
El regreso a Beijing lo haríamos desde el aeropuerto Da Li a más de tres horas en autobús de Lijiang. El viaje volvió a hacérseme sumamente pesado, más teniendo en cuenta la orografía de la zona, la ya descrita precariedad del transporte público en China y los vehículos que se aventuran a la ruta convirtiendo el trayecto en un zigzagueante carrusel de curvas y adelantamientos.La etnia mayoritaria en Da Li se denomina bai y su centro histórico se encuentra también magníficamente conservado.
El lugar ha sido tradicionalmente punto de encuentro de mochileros y soñadores tras sus andanzas por el Tibet. Alguno se ha instalado en Da Li de forma permanente dandole a la ciudad un tenue pero perceptible guiño occidental. Es una perfecta fusión entre los dos mundos mucho mejor conseguida que en Beijing u otras grandes capitales. Aquí las esencias asiáticas prevalecen y la arquitectura tradicional se encuentra mucho mejor preservada.Me sorprendió ver una iglesia católica con un estilo arquitectónico completamente oriental, o la populosa calle del extranjero donde, igual que en una pequeña ciudad europea, me pude sentar en una terraza a tomar una pizza aunque en una atmósfera genuinamente oriental.La zona es también famosa por la calidad de su te, de diferentes aromas y variedades, en la casa de un comerciante de la zona tuve la oportunidad de hacer diferentes catas.
Pero lo que le da auténtico sabor a Da Li es cercano lago Erhai, de unos veinte kilómetros de diámetro y donde se pueden encontrar islitas con curiosos templos o pequeños pueblos de exquisita arquitectura bai. Lástima no haber podido contar con más tiempo para pescar con comorán, actividad muy popular en el lago.Las mejores vistas del lago se obtienen desde la ladera del monte a las afueras de Da Li, lo mejor, según pude comprobar, es usar el teleférico, una vez allí se puede visitar un pequeño templo, unos jardines y unas interesantes y angostas cuevas de estalactitas.A la vuelta es inevitable la visita al templo de las tres pagodas, tres imponentes torres ( unas de ellas construidas en el siglo IX ) visibles desde casi toda la zona.Y de allí de nuevo regreso al centro de Da Li donde continúe paseando y disfrutando de lo especial del lugar, de lo colorido de sus casas, de las tranquilas rutinas de sus gentes u ocasionalmente alguna reliquia de la temprana presencia europea en el lugar.Al día siguiente volaría a Beijing desde donde regresaría de nuevo a España, el sueño tocaba a su fin.

martes, 29 de mayo de 2007

BUSCANDO LA LUZ

Una llamada telefónica interrumpió mi siesta. Era José Manuel. Me animaba de que fuese a un acto con él esa tarde. Siempre tan misterioso no quiso aclararme en que consistía exactamente el acontecimiento. Me excusé. Esa misma noche mis padres llegaban de París, la ciudad de la luz, debía de coger el coche para traerlos desde el aeropuerto y temía que se tratase de una espicha o alguna otra clase de encuentro por el estilo con el alcohol como protagonista.
Insistió y al final logró convencerme. El acontecimiento lo organizaba Jonás, antiguo compañero en la Facultad y ahora exitoso abogado y tertuliano con el que José Manel aún mantenía un contacto fluido. No lo había visto desde hacía años y me apetecía charlar un rato con él.Sólo cuando acepté me explicó que el encuentro era en el Centro Pumarín Sur a las 8 de la tarde. Respiré aliviado, evidentemente aquel no era el lugar adecuado para una espicha.
La curiosidad me hizo ser bastante más puntual de lo que es habitual en mi y allí me encontré con Tomás. Me saludó con cordialidad, igual que si no hubiesen pasado tantos años desde que me prestaba apuntes en la facultad. Se notaba más delgado y seguro de si mismo, con un poso de tristeza por lo que había dejado atrás pero ilusionado por nuevos aires caribeños. Iniciamos una animada conversación a la que también se unió José Manuel a los pocos minutos. Se le notaba cómodo hablando del pasado pero pronto tuvo que dejarnos, no sin antes animarnos a que tomásemos asiento en el salón de actos.
Allí fueron apareciendo rostros conocidos en el ámbito local. Concejales, periodistas, no recuerdo si también la venerable alcaldesa.A los pocos minutos vi aparecer al lado de Tomás un hombre cincuentón, bizco y de barba entrecana. Era Fernando Savater, vasco, rebelde, inquieto y autor de alguno de los libros más lúcidos que he leído como Las Preguntas de la Vida o Ética para Amador.
El encuentro con el filósofo no se había anunciado en ningún medio de comunicación tal vez buscando que se tratase de un acto íntimo y participativo o más probablemente, evitando dar demasiadas pistas a aquellos que lo habían amenazado de muerte. Entonces agradecí en su justa mediada la llamada de José Manuel, su discreción y paciencia, insistiendo en que acudiese a la cita. Se trataba de un acontecimiento único y exclusivo, con Savater, uno de mis ensayistas favoritos, como gran protagonista.
Se dirigieron una mesa habilitada en la tarima y tras la introducción del anfitrión, impecable y amena, pero para mi interminable, dado el ansia que tenía de escuchar a Savater, el filósofo cogió por fin el micrófono y comenzó la disertación. El sabio donostiarra animaba a fomentar la curiosidad como única forma de liberar a los hombres de su destino. Esto habría de modularse mediante las herramientas adecuadas, es decir, las que proporcionaba la educación. Explicaba como en la Grecia de Pericles se educaba porque cualquier ciudadano podía convertirse en cualquier cosa dentro de la sociedad griega y se quejaba del fatalismo de nuestras sociedades donde se piensa que el hijo del ignorante siempre tendrá que serlo o que el del pobre siempre ha de ser pobre.
La educación es, sin embargo, el elemento de progreso que permite la movilidad social. Mientras el filósofo hablaba se le veía disfrutar, sonreía. Parecía imposible que un hombre tan poco agraciado físicamente pudiese resultar tan carismático e inspirador. De una forma sorprendentemente didáctica exploró los recovecos de la libertad, la belleza, la justicia y la muerte.No dudó en llamar idiotas ( del griego idiotes ) al referirse a los que no se metían en política, preocupados solo de lo suyo, incapaces de ofrecer nada a los demás y pontificó la obligación del ciudadano de informarse, de mantenerse al tanto de devenir político y social, del mismo modo que conocía los cotilleos del vecindario o el equipo campeón de la liga de fútbol.
También fue claro cuando abordó el problema vasco. Según nos explico la raíz del mal es que tal problema no existe ya que (a diferencia de Irlanda, por ejemplo, donde la situación de los católicos ha sido tradicionalmente de marginación) no hay una base objetiva, histórica ni económica para justificarlo y sus ideas no serían tomadas en serio si no fuese por la violencia.
Finalmente dio una receta para alcanzar la felicidad. En una sociedad materialista regida por mentes sencillas y gustos complejos, la clave es darle la vuelta y tener la mente compleja y los gustos sencillos.Acabada la conferencia, y ya con prisa, apenas tuve tiempo para despedirme de José Manuel y ni me planteé acercarme a Tomás o al filósofo donostiarra, rodeados ya de políticos y figurones.Mientras conducía el coche de camino al aeropuerto pensaba en mis padres y sus bonitas vacaciones en la ciudad de la luz, siempre tan bella, mágica e inspiradora, pero nada que ver con la clase de iluminación que yo había tenido aquella tarde.

jueves, 3 de mayo de 2007

2046





La cifra 2046 corresponde a una fecha en el futuro, o son tan solo unos incómodos dígitos que obsesionan al protagonista sin aparente explicación.Este es el punto de partida de la película de Won Kar-Wai 2046. En ella el brillante, delicado y sofisticado Chow Mo Wai, un tímido patológico, atormentado por una imposible relación con Su Li Zhen, acaba convirtiéndose en un mujeriego buscavidas que entregado a la bebida y el juego, ha dejado el periodismo y escribe infames historias de sexo muy bien gratificadas. Tratando de no reproducir su sufrimiento huye de cualquier implicación emocional y continúa buscando la compañía femenina, sucedáneos de aquel primer amor, pero ya no está dispuesto a jugársela, sólo apuesta y financia al por menor. Así inicia un viaje hacia el futuro sin saber que en realidad está volviendo al pasado. 2046 habla de tres coordenadas imposibles, el amor, el tiempo y el espacio que, de cuando en cuando, vienen a confluir en una cifra, un nombre o una ciudad. En un ejercicio de masoquismo y autoflajelación muchos somos los que escapamos hacia el futuro en busca de ese pasado ideal que igual que las golondrinas de Becquer no volverá.

El día 14 de mayo parto de Barajas a Beijing, otro exótico marco en el que dar vía libre a pasiones y frustraciones, otras dos semanas de hermosura digna de ser recordada, otra coordenada más en la que dos desdichadas almas se juntarán por penúltima vez para retroalimentar un sentimiento que mata y consume. Así buscaré mi enésimo puerto, continuaré mi eterna huida hacia adelante y desgraciadamente nunca me veré libre de este maleficio, porque estoy seguro que este encuentro aún será mejor que el anterior.

martes, 20 de marzo de 2007

SESION DE TARDE

Añoradas tardes de sábado. Televisión sin color ni mando a distancia, una única opción posible pero emociones infinitas en formato Sesión de Tarde.Bienaventurados nuestros ojos, entonces tan ingenuos, con los que disfrutamos de buen cine de aventuras. Gloriosos homenajes a unos héroes arquetípicos donde no había lugar para ambigüedades, dudas o vacilaciones
. Pérfidos villanos, grotescos, repulsivos, irredimibles, enquistados en su crueldad. Personajes monolíticos y pasiones a flor de piel donde la causa del héroe justiciero siempre acababa triunfando.La brutalidad de ese mundo maniqueo se presentaba de una manera descarnada y era posible pasar del llanto a la alegría desmedida en un par de fotogramas, pero todo era simple y puro.
Pero, andando el tiempo, mis padres se compraron un televisión en color y ya no todo era en blanco o negro. Las nuevas tonalidades me desconcertaban.A medida que los hogares iban proveyéndose de los nuevos receptores, televisión española, que por aquella época celebraba su flamante 25 aniversario, volvía a emitir de nuevo Las Cuatro Plumas, La Carga de La Brigada Ligera o San Francisco pero esta vez coloreadas. En estas nuevas versiones lo pavoroso no eran ya las dramáticas historias que se narraban sino ver los rostros de Errol Flynn, Clark Gable u Olivia de Havilland indecorosamente pintarrajeados y desfigurados por un ordenador.Pero, al menos por algún tiempo, respetaron a Tarzán, colorear toda una jungla debía ser demasiado costoso. El bueno de Johnny Weissmuller aún seguía luciendo su taparrabos en blanco y negro junto a la divina Maureen O´ Sullivan. Yo Tarzán. Tu Jane. Así de fácil.
Pero luego nos cambiaron a Johnny por Christopher Lambert ya en tecnicolor. Greystoke era un personaje simiesco y salvaje. Ya no era el rey de la selva omnipotente que vencía a todos con su famoso grito, sino un ser primitivo tratando de adaptarse a las difíciles convenciones de las sociedades contemporáneas. Nosostros que también estabamos en procesos de cambio con nuestra adolescencia a cuestas y nuestro incipiente acne veíamos que nuestro héroe nos fallaba, estaba tan perdido como nosotros.Ya no había referentes, nuestro mundo se tambaleaba, dudábamos de todo, estábamos descorazonados y nos preguntábamos si aquello podía empeorar.
Después de tanta catástrofe toda una generación se aventuró a salir del microcosmos del confortable salón de sus casas y a tener los primeros escarceos con el mundo y con las copas, perdiendo, al fin, el gusto por el cine de aventuras.Pasó el tiempo y llegué a olvidarme de Sesión de Tarde hasta que una lluviosa tarde de sábado, en la que la noche ya había sustituido a la tarde como hora de encuentro, de nuevo volví a encender la televisión.
Atónito observé como todo es susceptible de degradarse y corromperse más y más. Un personaje caricaturesco, con ojos de besugo y sonrisa tontorrona reinterpretaba la leyenda de Tarzán. Era Brendan Fraser en George de la Jungla. Una divertida pero insolente revisión del mito. Desenfadada hasta el esperpento, perfecto referente para unas nuevas generaciones aturdidas y atolondradas que ya no respetan a los viejos maestros, no se emocionan con la pureza de los clásicos ni creen en héroes ni princesas.

sábado, 10 de marzo de 2007

EXCURSIÓN POR EL NILO



Siempre me admiro su historia, pero nunca senti su embrujo, ese que muchos les hace conectarlo con el mas alla. Pero otros destinos me hablaban de ti y me ofrecian destellos de tu luz. Los obeliscos de la plaza de San Pedro o del Popolo en Roma, de la Concordia en Paris o del Hipodromo en Estambul, el escriba sentado del Louvre, los museos de Oxford, Cambridge o Londres, recordandome constantemente que nuestra orgullosa civilizacion occidental aun es heredera de una mas antigua y ancestral. Asi fue como parti hacia los confines del Mediterraneo y el motivo por el que me embarqué en la motonave Moon River en Assuan en busca de nuevas sensaciones. Tras dejar el equipaje en el barco hice una breve visita por la ciudad. Assuan me pareció tranquila villa volcada al turismo pero bastante menos occidentalizada de lo que esperaba. La mayor parte de la gente vestía la tunica tradicional y etnicamente no podían esconder su ascendencia nubia, tez oscura y profundos ojos negros. Aunque la noche era fresca en el desierto la vida se hacía en la calle, ahí se fuma, se juega a las cartas, se toma el te o se trata de liar a algun turista despistado.
Partimos a Abu Simbel a las 4 de la madrugada, en el camino por el desierto un rojizo amanecer donde el ocre de cielo y tierra parecen fundirse en el horizonte.Tras tres horas de viaje formando un curioso convoy escoltados por policías de paisano, sin duda por ir de incógnito y no alterar a los turistas, lástima del detalle de la metralleta al hombro, llegamos al recinto de los templos rescatados de las aguas del Nilo y ahora sobre el nivel del lago Nasser.Al salir del autobús un gélido viento me hacía sentir frio incluso con el forro polar. Lo compensó la maravilla de los 4 grandes colosos esculpidos en granito que enmarcan el templo de Ramses. Rápidamente saqué unas fotos y me introduje en él. Me impresionaron sus dimensiones y el detalle de los bajorrelieves donde se describen las victorias militares del gran faraón. El templo de Nefertiti, que visité a continuación, sigue la misma estructura pero es mas diminuto pero muy bello y armonioso igualmente.Concluímos la visita a eso de las 10 justo cuando comenzaba a notarse calor ( los cambios de temperatura en Egipto son súbitos y bruscos, al menos en invierno ). Poco despues de mediodía estábamos de vuelta en Assuan. Allí contemplamos la gran presa que sostiene 500 kilómetros de agua embalsada, que forma el mayor lago artificial del mundo y que provee de agua y electriciadad a todo Egipto.A sugerencia de Ramadán, un ex futbolista cairota reciclado a guia turístico, montamos en faluca para visitar un auténtico poblado Nubio. Caravanas de camellos se divisaban por nuestro margen derecho, el gran rio transmitía una gran sensacion de paz y sosiego, la misma que encontramos en el pueblo donde la gente se obstina en siguir viviendo al modo tradicional y criar cocodrilos en los estanques. Ya muy avanzada la tarde regresamos a la motonave y continuamos la navegación. En la noche nos esperaba la contemplación del templo de Kom-Simbu, iluminado, recio e imponente, otra autentica joya. A la vuelta espectacular cena en el barco y fiesta con chilabas.Tras navegar toda la noche amanecemos en Edfna !Qué temprano sale el sol aquí!. Desembarcamos y cogemos la calesa para ver el recio templo dedicado al dios Horus. Tras una fugaz visita de nuevo optamos por el coche de caballos para regresar al barco. La circulación es caótica. Chocamos contra otro vehículo de tracción animal, tras el susto por fin llegamos al destino. El cochero quiere un euro de propina. Se lo doy y me exige otro. Me niego y me llama catalán. !En perfecto castellano!. Al fin llego al barco y me relajo tomando el sol en la terraza. Tira un poco de viento y no me decido a pegarme un chapuzón en la piscina.A eso de las tres de la tarde llegamos a Esna y el barco se detiene para esperar turno para la esclusa. A pesar de que Ramadan me lo desaconseja, supongo que por temor a que me pierda o me retrase y el barco pierda su turno para pasar la esclusa, salí a explorar Esna. El pueblo es menos turístico que otros, huele mal pero tambien tiene vendedores que te paran y policías que vigilan por todos lados. Los comerciantes te convencen para que entres en su tienda para que mires "!Sin agobiar!, !Sin agobiar!" pero si sales sin comprar nada te cogen por el brazo y te muestran algo "!Más barato!" "!Más barato!", y nunca te dejan tranquilo.Subí al barco ya casi cuando iniciábamos la maniobra de la esclusa ! Ingeniosa obra de ingeniería!. Tenemos que bajar 8 metros de desnivel y noto un hormigueo en los pies.Tras cruzar la presa iniciamos la marcha a Luxor.Son casi las 10 de la noche cuando anclamos en la milenaria ciudad, antigua capital del Egipto faraónico. Desembarqué para estirar los pies y encontré un punto mucho más desarrollado y ruidoso que los anteriores. Paré en una terraza a tomar un te con menta y reparé en que habia menos gente vestida del modo tradicional y un estupendo paseo fluvial al borde del Nilo, se respiraba una atmosfera mas occidental. Vi el maravilloso templo de Luxor iluminado, en pleno centro de la ciudad y me retiré a descansar.Tras dormir unas pocas horas me levanté a las 5,30 de la madrugada y aun adormilado me dispuse a desayunar cuando un crío esta a punto de vomitarme los playeros. Me enteré que los vómitos y la diarréa estaban haciendo estragos entre parte del pasaje. La comida egipcia es deliciosa pero fuerte y muy especiada y el agua corriente no es potable. Afortunadamente yo me encontraba pleno de energías para realizar todo el apretado programa que me quedaba por delante.El templo de Karnak es un enorme complejo de obeliscos columnas y estatuas a mayor gloria del los faraones más famosos. Sus dimensiones apabullan. El de Luxor a 3 kilómetros es más grácil y armonioso y en él se pueden observar superpuestos los restos de una mezquita y de una iglesia copta. El tiempo apremiaba porque por la tarde volaba al Cairo y aun debia de visitar el Valle de los Reyes.Cruzamos el Nilo en barca y un autobús esperaba al otro lado. Tras un trayecto que no se hace largo llegue a una desolado monte. El paisaje es lunar. Solo piedra y ni una gota de vegetación, pese a ser invierno y al frio del amanecer, el sol pega fuerte en las horas centrales del dia ( debe ser un infierno en verano ).Elejí para visitar las 3 tumbas que me parecieron más interesantes. Increibles las galerias de 200 o 300 mts excavadas en la roca para concluir en un amplio espacio interior. Mas que cuevas artificiales son auténticos palacios en la roca.De camino al barco visité al templo de Deir al Bahaire ( en honor a Hacheput ), auténticamente incrustado en el recio monte.Comí en el barco y por la tarde partí del coqueto y superprotegido ( los controles policiales son tremendos en todo Egipto ) aeropuerto de Luxor hacia El Cairo, donde me encuentro en el momento de escribir estas líneas.En cuanto tenga tiempo escribiré una nueva bitacora explicando todas mis experecias en la fascinante capital egipcia.

jueves, 8 de marzo de 2007

EL CAIRO


El Cairo es una majestuosa ruina en medio de un constante caos circulatorio. Grandes rascacielos, modernas tiendas, ruidosas avenidas, la torre del Cairo, el Museo Egipcio donde miles de años de Historia de la humanidad se apilan en unas desordenadas vitrinas, las desafiantes pirámides con camellos y turistas alrededor y a su sombra un montón de laberínticas e interminables callejuelas por explorar de difícil acceso y de espaldas a la modernidad.Las puertas de los negocios, muchos desconocidos o ya extinguidos en occidente, siempre están abiertas. Un puesto de falufen ( carne picada típica ), una ebanistería, un limpiabotas, una carbonería, un punto de reparación de transistores y en la esquina una tetería de mugriento azulejo blanco y un vetusto televisor en blanco y negro emitiendo un rancio serial romántico. Algunos se sientan y fuman en la cachimba pero en general la actividad es frenética. Un burro comiendo alfalfa, un crío transportando un montón de panecillos en la cabeza, carretillas siempre llenas de extraños productos y un olor a especias que lo invade todo.


Un peugeot, el vehículo favorito de los taxistas cariotas, trata de pasar por la atestada callejuela sin asfaltar a golpe de claxon. Milagrosamente consigue atravesar la marabunta, recogerme en la tetería y salir por entre una de las más de 1000 mezquitas que adornan la ciudad. Le mando que me deje en la antigua ciudadela y ya desde fuera del recinto amurallado admiro la magnífica mezquita de Mohammed Ali. Se asemeja a la mezquita azul de Estambul pero su interior aún está más ricamente decorado.Salgo y me acerco a los muros de la ciudadela y contemplo la fastuosa megalópolis de 12 millones de habitantes que es El Cairo.


Observo que el bazar no está a mucha distancia y decido acercarme caminando.Tras más de media hora vagando por estrechísimas calles llego al Khan el Kalili, donde los vendedores me abordan por doquier y los aromas a especias penetran hasta lo más recóndito de mi alma. Me interno por uno de los callejones del bazar y cansado decido tomar un denso café egipcio en Al Fishawy, allí donde el Premio Nobel Nabuib Mahfouz tenía una tertulia literaria.Anochece y comienzo a escuchar con nitidez al mujaidin llamando a la oración. La calma parece reinar por unos instantes. Algunos devotos rezan en las tiendas, otros se dirigen a la próxima mezquita de Al Hussein.




Salgo del café, regateo con el taxista y consigo que me lleve al hotel Ramses Hilton, donde me alojo, por 15 libras egipcias ( unos dos euros ), seguro que si insistiese más aún me hubiese rebajado algo.Desde el restaurante del Hotel magníficas vistas sobre el Nilo y otra vez las luces y la modernidad, esa que amenaza con comerse la verdadera alma del Cairo. Al menos siempre nos quedará el recuerdo de lo que fue.

lunes, 12 de febrero de 2007

VUELTA A CASA

Tras mi regreso del Cairo, cosas de los contrastes, Madrid me pareció una ciudad extremadamente limpia y sosegada, y el barrio de Salamanca, donde pernocté en casa de mi hermana, la quintaesencia de la sofisticación.
Los rayos de un sol invernal y sabatino alegraban la plaza de Felipe II sin mancar la piel.Tan agradable me resultó el desayuno que me tomé en el Starbucks cercano ( ¡ Qué diferencia con las mugrientas teterías ! ) que ni siquiera consideré excesivos los más de 10 euros que me cobraron por dos cafés, una magdalena y una galleta grande. Está claro que todo es cuestión de percepción y del estado de ánimo con que uno afronte la vida.Así, lleno de buen humor, y tal y como habíamos convenido, me encontraron en la céntrica plaza de España a las 2,30 los miembros del Snow Club de camino a Sierra Nevada.
Manzanares, el pequeño pueblo donde hicimos noche, me pareció el lugar ideal para reponerme del ajetreo de los días anteriores. La plaza del ayuntamiento, el castillo, la buena cena y mejor compañía, todo muy tranquilo y relajante. Ni el cruzarnos con un gato negro ( divinizado en Egipto, maldito en Europa ), podría estropear tanta paz.Después de muchísimos años volvía a desayunar churros y porras un soleado domingo por la mañana rodeado de familias que hacen de este sencillo acto una auténtica liturgia. Solo nos quedaba leer la prensa en la plaza del pueblo... y lo hicimos.
Tras un rápido viaje con Gontxo al volante llegamos a comer a Granada pero justo antes dimos un paseo junto al rio desde donde pudimos contemplar la rojiza Alhambra en todo su esplendor. Tras un te en el Albaizín iniciamos la subida a la estación.
Aún con la decoración navideña Sierra Nevada tenía un aspecto de pueblo de cuento infantil. Estuvo divertida la cena y la copa que nos tomamos pero a las 9 de la mañana, y para sorpresa de mis compañeros, abandoné la estación. Temía que insistiesen para que esquiase y después de tantos días de viaje ya no tenía el cuerpo para nuevas emociones.
Me dirigí a Málaga donde al día siguiente por la tarde tenía un vuelo directo a Santander. En Málaga todavía me dio tiempo a tomar un vermut en la playa de la Malagueta, pasear por la calle Reading, visitar la enorme catedral y el coqueto ayuntamiento, hacer unas compras en la calle Larios y tapear en el Pim-pi, donde hay fotografías y toneles firmados por famosos ( la duquesa de Alba, Antonio Banderas, Aitana Sánchez-Gijón, Antonio Gala...).
Ya en la mañana del martes visitar la Alcazaba ( otra ciudadela en miniatura con preciosas vistas ) y el museo Picasso y lo más importante desayunar en la plaza de la Merced, justo junto a la casa natal del genial pintor.El vuelo de Air Nostrum, en el pequeño avión, agradable como siempre y agradable también el breve paseo por el centro de Santander antes de coger el Supra a Asturias donde de nuevo me enfrento con la dura realidad...

lunes, 29 de enero de 2007

BABEL

En una soporífera cartelera cinematográfica, sin imaginación ni ideas, a veces tenemos la suerte de toparnos con auténticos goces visuales como BABEL ( de A. González Iñarritu, con Brad Pitt y Cate Blanchett ), un perfecto fresco de nuestro mundo contemporáneo.La acción del film transcurre entre Marruecos, Estados Unidos, Méjico y Japón. Sorprende ver como un incidente en uno de esos habitats tiene una repercusión directa en cualquiera de los otros lugares aparentemente tan distantes y diferentes. La concatenación de acontecimientos es, sin embargo, totalmente coherente. España, Singapur, Egipto y Reino Unido son países con los que he tenido contacto personal o telefónico estas semanas, por ejemplo, y bien es sabido que cualquier pequeño contratiempo o accidente puede llevar tus cansados huesos a la comisaría más cercana, iniciándose una cadena de acontecimientos quién sabe si a nivel mundial.Démosle, pues, valor a nuestra vida, trascendente, sin duda, en el devenir cotidiano de nuestra aldea global y dejémonos seducir más tarde por este fascinante planeta en red, con mil paisajes y texturas que tanto me apasiona.Detrás de distintas facciones o ropajes palpitan unos mismos corazones cada vez más habitualmente latiendo en la misma frecuencia, compartiendo e interactuando, cómplices de las mismas alegrías y penurias, enredados en historias comunes, portadores de sentimientos parejos donde a menudo no son necesarias ni las palabras.Por tanto no eludamos nuestra responsabilidad en la creación de un mundo un poco más amplio y habitable, más libre y abierto, sin el lastre de obsoletos dogmas, donde las habilidades se impongan siempre a recomendaciones, etnias y diplomas.Los horizontes ya no existen, todo depende de la agudeza de nuestros ojos.