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miércoles, 24 de noviembre de 2010

RECORDAR SEGÚN FUNES

Ayer domingo, demolido, castigado por otra noche de sábado sin sentido de la que, tal vez por fortuna, ya no podía recordar absolutamente nada, de nuevo volví a pensar en su suave y embriagadora mirada y me recreé recordando toda nuestra historia, ya tan lejana en el tiempo pero tan fresca en mi memoria.
Según Borges sólo un tal Funes, ya fallecido y conocido como el memorioso, tenía derecho a conjugar el verbo recordar, por lo visto aquel tipo era capaz de reproducir cada último detalle o experiencia de su vida o recordar, palabra por palabra, libros enteros que había leído una sola vez.
Borges concluía que Funes estaba atrapado en sus recuerdos, pues era incapaz de abstraerse, crear conceptos o hacer generalizaciones ( el perro que recordaba a las 5,15 era para él distinto del mismo perro a las 6,15 ).Esta situación me resulta extrañamente familiar.
Cuando pienso en nuestros momentos juntos me sucede exactamente lo mismo. El beso de las 3 y 42 minutos sabía distinto que el de la 3 y 45. Su aroma aún me embriagaba más a las 10 y 28 que a las 9 y 45. La emoción era distinta cuando me esperaba con el vestido rojo que cuando lo hacía con el azul. Su sonrisa era diferente cada vez, pues tenía matices y timbres infinitos.No fue lo mismo pasear con ella por Salamanca que por Oxford. Londres con ella resultaba luminoso, Madrid ordenado y Bangkok cercano, familiar y apacible. En cada momento y lugar sentía una indescriptible paz y ternura.Cada instante con ella era único, transcendente y digno de permanecer grabado para siempre en mi mente. En mi recuerdo están cada escorzo, cada matiz, cada caricia, cada palabra, y ahí deben de seguir.Puedo recordar días enteros con ella y sentir de nuevo su magia oriental, que importa si ahora hay largas noches para olvidar.