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martes, 10 de marzo de 2015

BERGEN, LA PUERTA A LOS FIORDOS.

La ciudad de Bergen se sitúa en la costa sudoeste de Noruega, en un valle formado por un grupo de montañas conocido colectivamente como "de syv fjell" ("las siete montañas"). Bergen, cuenta con 250.00 habitantes, lo que le convierte en la segunda más poblada del país y es la capital oficiosa de la región conocida como Noruega Occidental. Por su situación, es una de las mejores puertas de entrada a los famosos fiordos noruegos, y por ello también se ha convertido en uno de los mayores puertos de cruceros turísticos de toda Europa.
Así coqueto y pintoresco puerto de Bergen, con una tradición de que le viene de siglos, está siempre lleno de vida y con un gran movimiento turístico y comercial. Es además el mejor lugar para probar pescado fresco, en los tenderetes al aire libre que hay en el propio puerto se puede comer carne de ballena, salmón salvaje, marisco y otras esquisiteces a un precio más que razonable, lo cual es todo un hito en Noruega, uno de los países más caros que he visitado.
Sin abandonar el puerto, en uno de sus costados, el pequeño Barrio de Bryggen es, sin duda, la mejor tarjeta de visita posible de la ciudad de Bergen. Se trata de las antiguas casas de la colonia de comerciantes alemanes que habitaron la ciudad desde la edad media y su singular arquitectura (exclusivamente de madera) más el colorido de sus fachadas hacen que una visita a este barrio sea prácticamente ineludible.

El barrio fue destruido por el fuego en varias ocasiones y una parte de las casas de madera fueron sustituidas por otras de un estilo arquitectónico similar pero utilizando otros materiales de construcción más sólidos, de forma que el espíritu y la elegancia de la zona sigue intacta.
La mejor forma de hacerse una idea de la forma de vida en esa época es visitando el museo hanseático. Se trata del edificio más antiguo de todos los que miran a los muelles, una gran casona que tras ser arrasada por incendios y reconstruida en numerosas ocasiones, finalmente ha sido convertida en museo donde se recrea con todo lujo de detalles la vida de los hanseáticos de la época.
El almacén para guardar el bacalao seco, la oficina del capataz, los armarios donde, encerrados de dos en dos, dormían los mozos… no hay lugar para la imaginación en este didáctico museo.
Abandonando el puerto podemos caminar hacia el interior de la ciudad y deambular por laberínticas callejuelas generalmente bastante pendientes. El corazón de la ciudad está poblado de coquetas casitas de madera y brumosos rincones que permanecen inmunes al tiempo y nos trasladan a una época encantada.

No obstante las mejores vistas de la ciudad en su conjunto se tienen desde el monte Fløyen. La mejor forma de salvar el desnivel de 350 que existe entre el centro de la ciudad y la colina es utilizando el funicular llamado Fløibanen. La estación se encuentra a pocas manzanas del mercado de pescado y nos permitirá llegar a la cima en apenas 8 minutos. El funicular es usado por turistas y residentes locales durante todo el año, y que tiene salidas cada quince minutos hasta la media noche (en la temporada de verano).
Una parte de Fløyen está urbanizada, aunque también son extensos los parques que se encuentran en las laderas, y que son un destino popular para deportistas, familias y adultos mayores que buscan actividades al aire libre.


De vuelta a la ciudad podemos completar la visita a la ciudad visitando el Bargenhus fortress, situado a la entrada del puerto. El fuerte tiene partes construidas ya en 1240, aunque una parte importante fue reconstruida pasada la segunda guerra mundial, y es uno de los castillos mejor conservados de toda Noruega.