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lunes, 20 de marzo de 2017

LA FUENTE DE LA JUVENTUD


Hacia 1520 un envejecido Ponce de León, próspero y asentado en la recién creada colonia de Puerto Rico tras años de conquistas y exploraciones, cae hechizado por los encantos de una jovencísima nativa.
Turbado por la pasión y ansioso por alargar el escaso tiempo vital del que disponía, con mucha suerte un exiguo puñado de años, determina, siguiendo la estela de antiguas leyendas contadas por los nativos, empuñar de nuevo su arcabuz y emprender la búsqueda de la fuente de la eterna juventud.
Jamás la encontrará, pero en su exploración coloniza y conquista para la Corona de Castilla el territorio de la Florida, toda una proeza para un anciano que, predestinado a morir con un vulgar hombre anónimo, pasa a convertirse en una leyenda para la posteridad.
Océanos de tiempo después, otro aventurero español, más joven que Ponce pero igualmente angustiado por el paso del tiempo, rastrea en la frontera entre Perú y Bolivia, tal y como ya había hecho en otros tantos lugares del mundo del Mar Muerto a Benarés, el paradero de un científico alemán, huidizo superviviente de la Segunda Guerra Mundial y conocido como Doctor Mefistófeles, proveedor de filtros y pócimas rejuvenecedoras desarrolladas por el infame Josef Mengele, y conocedor de la ubicación de las fuentes.
Tres almas le entregaría el afligido viajero al doctor por reverdecer el fulgor juvenil a un rostro que sutilmente comenzaba ya a marchitarse por su excesiva exposición al sol en los inquietos días y a los destellos de las luces en las confusas noches.
Estafado por el enésimo chamán, delirante y afectado por el mal de las alturas, cae en una suerte de trance místico donde alcanza a comprender que el personaje que busca no existe. Mefistófeles no es más que el último eco de una leyenda absurda que durante años había atormentado su alma y consumido su tiempo, su energía y sus ahorros.
Desesperado abandona la perdida isla del lago Titicaca donde había ido a dar con sus huesos en su última exploración. Tras varias horas en barco llega a Puno. No se detiene en el acogedor puerto turístico y pronto se interna en las enmarañadas callejuelas de la ciudad. Deambula sin rumbo sorteando, vendedores ambulantes, mujeres de coloridos trajes y originales sombreros, motos, tuk-tuks y ladronzuelos cuando, súbitamente, sus ojos se tropiezan con los de ella e inmediatamente experimenta una vibración en su interior. Siente un chispazo y algo comienza a arder dentro de sus entrañas; una llamarada, una energía, un pálpito, un ímpetu incontenible. El rubor de su cara hace que esta brille de nuevo como antaño y al ritmo de la centelleante música, al menos por una noche, se siente insolentemente joven de nuevo.
Y entonces se percata. La juventud se encuentra agazapada en el meandro más profundo del alma, esa que torpemente pretendía entregar al demoniaco Mefistófeles. La búsqueda, la insatisfacción, la curiosidad y el no haber claudicado nunca le habían mantenido preparado. Al avivarse tras el estímulo adecuado una energía interior cosió, entrelazó y dio sentido a un heterogéneo amasijo de imágenes, de sabores, de aromas, de lugares; a todo un periplo vital rico y lleno de emociones. Y así es como se volvió plena e insaciablemente joven para siempre.

sábado, 18 de marzo de 2017

HAPPINESS

Angustiados ante un mundo que no les llena, son muchas las almas ingenuas y desconsoladas que encuentran refugio en los manuales de autoayuda. Ansían encontrar trucos fáciles que les transformen la vida.
Sin embargo, esos pseudolibros son un curioso invento literario que reparte recetas mágicas y desvela milagrosas claves existenciales para mayor gloria de oportunistas y pedantes gurús.
Lo que esas guías no explican es que la ruta correcta no puede ser la del tramposo atajo para alcanzar una meta o, peor aún, la senda de la de la evasión de nuestro entorno.
Los inconsistentes creadores de pararealidades edulcoradas no comentan que el único truco posible es que no hay ningún truco, se trata de que no te importe que te duela, como bien aparece en aquella escena de la película Lawrence de Arabia cuando a Peter O´Toole se hacía una pequeña quemadura en la mano.


La propia felicidad como concepto es una pura utopía.
Vivir en la cándida y voltariana felicidad es renunciar a crecer, vivir de espaldas a la incomodidad y el dolor, enquistarse en un autocomplaciente hedonismo, ausentarse del mundo e inventar una realidad paralela soñada a nuestro antojo.
Así, al más puro estilo Matrix, nos convertiremos en el príncipe, el héroe, el seductor o el aventurero que nunca nos hemos atrevido a ser.

Will Ferguson, en su divertido libro Happiness nos narra con un regusto de ironía como el hipotético manual de autoayuda perfecto crea problemas aun mayores de los que trataba de resolver. En su nirvana de placer estos nuevos individuos felices acaban por sumir a la civilización entera en una apática siesta donde ya no hay objetivos, metas, ni ambiciones, de forma que el mundo tal y como lo conocemos acaba por desmoronarse produciéndose una tremenda involución.
Para el hombre lúcido es difícil encontrar sosiego, una vez que se ha probado el fruto del árbol de la ciencia le resulta difícil degradarse a estados de conciencia inferiores, de absurda placidez.
El tratar de desarrollar todo nuestro potencial y el de nuestro entorno es la mejor aspiración posible. Madurar y crecer consiste en abandonar los confortables edenes. No es posible detener el tiempo ni alargar las etapas evolutivas.
Tengo la certeza de que el Shangri La de James Hilton existe, de hecho hace casi una eternidad creí tocar ese lugar con los dedos de mi mano pero los horizontes perdidos son muy escurridizos y no conviene permanecer demasiado tiempo en ellos.

Los dragones del Edén, los demonios interiores, esos condenados residuos evolutivos de los que hablaba Carl Sagan, nos impulsan a abandonar de nuestra zona de comodidad más allá de lo que nuestra propia razón demandaría. Esa es nuestra maldición y nuestra grandeza. Claudicar, renunciar a evolucinar y crecer no es la salida, por pesada que pueda resultar la carga. La eterna búsqueda es nuestra maldición y nuestra grandeza. Por perdidos que creamos estar en el laberinto, claudicar, renunciar a evolucinar y crecer no es la salida; por pesada que pueda resultar la carga...

lunes, 13 de marzo de 2017

EL HOMBRE QUE CONFUNDIO A SU MUJER CON UN SOMBRERO

Desde hace tiempo me apetecía releer el libro "El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero". Ayer, al fin, encontré el momento para hacerlo y disfruté de un modo más profundo una obra que, aún siendo ensayo, está llena de emoción, relatos y personajes.
De hecho, recordaba vagamente las historias llenas de ternura y humanidad con las que el neurólogo Sacks describe, con extrema delicadeza y complicidad, patologías auténticamente dramáticas. Sin embargo, igual que alguno de los pacientes del doctor, con problemas de amnesia, me costaba recordar lo que había detrás de la mera anécdota y darles un sentido.
Y así, volví a conmoverme con los casos que presenta, más de 20 historias de personas aquejadas con graves problemas neuronales que tratan de encontrar algo de coherencia en su devenir vital, aunque sea de una forma muy peculiar o muy básica.
El hombre que da título al libro, con problemas para reconocer objetos y caras, se apoya en sus portentosas habilidades musicales para dar una melodía a sus rutinas, y es esta música la que acaba por poner cierto orden a lo que, de otro modo, sería un caos imposible de entes y elementos irreconocibles.
La amnesia profunda de otro de sus pacientes, afectado por el síndrome de Korsakov, nos presenta a un individuo sufriente, sin pasado ni futuro, aislado en un momento del yo, sin ningún referente al que aferrarse y, donde sólo en un momento trascendental de oración, consigue tener cierta paz y conexión con el mundo.
Otros pacientes llegaban a perder la conciencia de un miembro, o, al contrario, sentir un miembro fantasma tras su amputación; e incluso peor, una chica llegaba a perder la propia conciencia de su cuerpo. La paciente, con los automatismos motores lesionados, tenía que hacer un abrumador esfuerzo visual y de atención consciente para volver a mover sus miembros. Esa dicotomía entre cuerpo y mente volvía su realidad altamente descarnada.
Y así van apareciendo una amplia galería de pacientes con el síndrome de Tourette (impulsividad extrema), afásicos, autistas y otro amplio repertorio de carencias y retrasos.
Y todos al fin, como quizá nosotros mismos, buscando una narrativa, una emoción o una cualidad en la que encontrar calma y plenitud. Un anclaje que les permita no hundirse en la sima de la irrealidad y de un modo, siempre muy distinto a las personas más o menos convencionales, seguir conectados a la vida y encontrarle algún sentido a la propia existencia.
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PD: Encontré este enlace del libro, se puede leer entero en pdf. http://mimosa.pntic.mec.es/…/Sacks_Oliver-El_Hombre_Que_Con…

viernes, 10 de marzo de 2017

REGRESO AL FUTURO

Cuando Michel J. Fox viajaba al pasado con su famoso DeLorean mejoraba con su intervención su propio futuro pero debía de ser muy respetuoso con no alterar ciertas secuencias clave recordadas por él y toda su familia (la canción en el baile o el beso en el coche) pues de hacerlo pondría en peligro su propia existencia.
Cuando nosotros emprendemos un viaje mental a nuestro pasado (hasta el momento no he conseguido convencer a Doc para que me deje las llaves de su vehículo del tiempo) nos encontramos con una sucesión de imágenes dispersas. Sería peligroso borrar o cambiar alguna, podría hacer incongruente toda nuestra biografía o afectar nuestra propia cordura, pero si que es muy pertinente, a veces, cambiar el montaje de algunas escenas (modificar el orden, el tempo, o la música) con el objetivo de darle un enfoque emocional diferente.
Finalizado el ejercicio y de regreso al futuro veremos que la calidad de vida de nuestro presente mejora significativamente. Aquí y ahora.

jueves, 9 de marzo de 2017

LAS CENIZAS DE ANGELA

Hace unos días tocó concluir la noche en ese utópico local que es como la continuación del salón de mi casa hablando de libros. Y uno de los más comentados fue las Cenizas de Angela, una dura visión de la infancia que si bien para algunos es un paraíso perdido para otros es un cruel infierno al que no volver jamás. Existe también versión cinematográfica dirigida por Allan Parker bastante estimable. El libro que en su día utilicé para mejorar mi inglés, se ha convertido en un clásico contemporáneo y al igual que a mis interlocutores del pasado sábado os lo recomiendo vivamente. La novela refleja con descarnada autenticidad una niñez pobre miserable e irlandesa llena de mugre, hambres, chinches y letrinas.
Al estar inspirada en la biografía del propio autor, Frank Mc Cour , todas las peripecias rezuman veracidad y son ricas en detalles, pero el relato nunca abandona ese poso de amargura del que desde la distancia trata de reconciliarse con su pasado, usando a veces un tono sarcástico para describir acontecimientos, sin duda, muy dolorosos.
La Irlanda de aquella época, y especialmente el oscuro Limerick en el que se desarrolla la acción era un lugar asfixiante y abyecto, regado de alcohol e inspirado por la maledicencia donde la única salida posible era emigrar a Nueva York.
Y, según he podido comprobar recientemente, poco ha cambiado desde entonces, pese a su estridente animación, la sobrevalorada Irlanda continúa siendo un lugar atrasado, desdichado y mezquino.

martes, 7 de marzo de 2017

EL EFECTO BARBARA STREISAND

Lo que aparece en la foto es la preciosa casa de la actriz Bárbara Streisand.
Hace unos años la editorial Taschen editó un libro de fotografías con alguna de las viviendas más vistosas de Malibú fotografiadas desde un helicóptero. El libro no tuvo mucha tirada ni repercusión y en ningún momento identificó a los dueños de las propiedades pero Barbara Streisand, que era propietaria de una de ellas, sintió que su intimidad era vulnerada solo por el hecho de mostrar la casa y decidió demandar a la editorial.
Pronto el asunto se viralizó por las redes sociales, de modo que en cuestión de horas millones de usuarios supieron la ubicación exacta del domicilio de la famosa actriz.
A esto se le conoce como el efecto Barbara Streisand y la moraleja es que el exceso de celo protegiendo la intimidad suele tener el efecto contrario al deseado; de igual modo que nosotros mismos somos los que solemos desencadenar todo aquello que más tememos.
Obremos con naturalidad y no nos obsesionemos, las reacciones y fobias excesivas nos llevan directos a los problemas que tratamos de evitar. Sacar el paraguas cuando no toca es la mejor forma de convocar a las tormentas, y, una vez abiertas, las cajas de los truenos son difíciles de controlar.

lunes, 6 de marzo de 2017

GARRY OWEN

El Sporting que tantos disgustos nos da últimamente posee algo de lo que carecen muchos clubs con más poder e historial. Tiene un himno que resuena en el fondo de nuestros corazones sportinguistas, que nos hace palpitar y sentirnos parte de algo, que nos aúna y nos conmueve a todos.


Desde luego hay melodías con un poder transformador que inducen a la épica y la acción. El arma más infalible de los franceses como nación es La Marsellesa, continua fuente de inspiración y alma de su orgullo nacional. Contar con una herramienta de cohesión tan potente es una auténtica bendición para un pueblo.
Con los grupos de personas puede suceder exactamente lo mismo, una serie de individuos pueden llegar a un grado máximo de complicidad si los símbolos y valores que comparten cristalizan en una canción común.
Así un desastroso grupo de encogidos e indisciplinados perdedores, seducidos por el poder inspirador del Garry Owen se convierten en la referencia del ejército americano, el séptimo de caballería, capaces de morir con las botas puestas a las órdenes de un tipo con los pelos raros.
En estos momentos desesperados para los sportinguistas, a los componentes del equipo les invito a que apelen a su orgullo y se aferren a un himno que, ante las grandes adversidades, siempre ha salido victorioso y que, al menos para mi sobrino Yago y para mí, no es menos poderoso que La Marsellesa o el Garry Owen Revive tus laureles y siempre hacia adelante, tu fe nunca decaiga no debe desmayar. ¡Vamos Sporting!

domingo, 5 de marzo de 2017

COLAPSO

Hablaba ayer con una persona con la que he compartido y aprendido muchísimo en las últimas semanas de uno de mis libros de cabecera, Colapso. Y hoy he decidido hacer esta entrada con el ánimo de divulgarlo y animarlo a él y a todos vosotros a su lectura.
En el libro, Jared Diamond, el autor, es capaz de hilar historia, biololgía y antropología en un mismo plano para conseguir una vision global del éxito o fracaso de determinadas sociedades a lo largo de la historia, desde los vikingos en Groenlandia a los anasazi en Estados Unidos, los mayas de Mesoamerica, Ruanda, Haiti, Nueva Guinea o Japón hasta la isla de Pascua o Tikopia y trata de responder a la pregunta de porque unas fueron exitosas y otras fracasaron.
Pasemos si no a ejemplos concretos. La isla de Pascua, según los geólogos fue un auténtico vergel un milenio atrás y en la época contemporánea un lugar desolador sin árboles ni apenas vegetación. Lo cierto es que poco después de que la isla llegó a su climax de evolución, riqueza y población, el sistema se desmoronó súbitamente producto de una colectiva locura constructiva tratando de erigir los moais mas grandes ¿Qué pensó el habitante de Pascua que taló el último árbol? El problema es que el desdichado individuo tal vez nunca llegase a plantearse tal cuestión...El 90% de la población pereció, llegaron a recurrir al canibalismo y lo que encontraron los europeos no fue más que unos indios hambrientos carentes del esplendor de antaño.
A algunos miles de kilómetros de allí, en Tikopia, otra remotísima isla con unos pobladores obligados a afrontar similares retos, estos son capaces de salir airosos del envite y mantener una población estable así como un próspero modelo de desarrollo durante muchos cientos de años, manteniendo este tipo de gestión aún en la actualidad.
¿Cuales son las diferencias esenciales entre los dos modelos de desarrollo? Tikopia es mucho más pequeña que Pascua (la distancia máxima desde el centro de la isla al mar es de 1200 metros), de forma que todos los habitantes son conscientes y co responsables de lo que pasa en SU isla. Si no pueden mantener una familia evitan procrear de forma que la población ha mantenido estable durante generaciones, asimismo, están educados para ser respetuosos con un entorno del que no pueden escapar, donde no hay rincones por explorar y del que conocen cada pliegue. Los jefes hereditarios no son tan poderosos como los de la desdichada Pascua y en todo caso procuran gestionar toda la isla para producir alimentos de forma continua mediante un ingenioso sistema de cultivo por pisos del cual el más alto es el bosque tropical.
Demuestran eficiencia, disciplina y sensatez interactuando con el medio de la forma más adecuada y sostenible.
Desgraciadamente es curioso ver como en un remoto rincón de la vía láctea, un mundo frágil con recursos limitados y separado de cualquier otra civilización conocida, la aldea global llamada planeta Tierra, ahora totalmente interdependiente debido a las redes comerciales y de comunicación existentes, el sistema de gestión elegido para más gloria, poder e influencia de codiciosos jerifaltes es el del derroche, la irresponsabilidad y el exhibicionismo, se cambia simplemente la construcción de moais por la producción bienes de consumo innecesarios o por la edificación de grotescas moles de hormigón que cada vez alejan más al individuo de la naturaleza y de alguno de esos árboles con los que tan conectado me sentí ayer mismo.
No sólo Pascua, otras orgullosas civilizaciones como los mayas o los anasazi, perecieron justo después de alcanzar su punto más álgido evolutiva y tecnológicamente.
Nuestro destino como especie no ha de escribese en oscuros y lejanos despachos, está en nuestras singulares manos, esa es nuestra común responsabilidad.

miércoles, 1 de marzo de 2017

EL FLAUTISTA DE HAMELIN

Hay ciertos individuos que me generan gran desconfianza. Los he analizado y suelen responder a ciertos patrones. Hay dos indicios muy significativos; el primero es no probar el alcohol, el otro es lucir pelos raros. Esta es la razón por la que el mamporrero tramposo que ha perpetrado el último pelotazo inmobiliario en Washington me resulta tan inquietante, es abstemio y tiene un peinado digno de un expediente X. Este personaje, si no fuera tan real, bien podría inspirar una opereta bufa o un cuento de los hermanos Green.
El trampero de Manhattan con el sonido de su trompeta desafinada, con un tran-tran que suena a la Germania más profunda, transporta la fábula de Hamelin al otrora país de la libertad y encierra a los traviesos niños de pelo rubio en una oscura cueva, al fondo de la caverna pone un brillante telón y rodeándoles levanta un gran muro.
Finalmente da el último trompazo a los mayores de la vieja escuela, exige contrapartidas por el rescate de los ingenuos infantes, secuestrados en la caverna. Si no acceden amenaza con transformar a los dorados querubines en despiadados niños de la guerra...
La trama está preparada y la tramoya prevista, y yo con estos pelos!!!