Hablaba ayer con una persona con la que he compartido y aprendido
muchísimo en las últimas semanas de uno de mis libros de cabecera,
Colapso. Y hoy he decidido hacer esta entrada con el ánimo de divulgarlo
y animarlo a él y a todos vosotros a su lectura.
En el libro, Jared
Diamond, el autor, es capaz de hilar historia, biololgía y antropología
en un mismo plano para conseguir una vision global del éxito o fracaso
de determinadas sociedades a lo largo de la historia, desde los vikingos
en Groenlandia a los anasazi en Estados Unidos, los mayas de
Mesoamerica, Ruanda, Haiti, Nueva Guinea o Japón hasta la isla de Pascua
o Tikopia y trata de responder a la pregunta de porque unas fueron
exitosas y otras fracasaron.
Pasemos si no a ejemplos concretos. La
isla de Pascua, según los geólogos fue un auténtico vergel un milenio
atrás y en la época contemporánea un lugar desolador sin árboles ni
apenas vegetación. Lo cierto es que poco después de que la isla llegó a
su climax de evolución, riqueza y población, el sistema se desmoronó
súbitamente producto de una colectiva locura constructiva tratando de
erigir los moais mas grandes ¿Qué pensó el habitante de Pascua que taló
el último árbol? El problema es que el desdichado individuo tal vez
nunca llegase a plantearse tal cuestión...El 90% de la población
pereció, llegaron a recurrir al canibalismo y lo que encontraron los
europeos no fue más que unos indios hambrientos carentes del esplendor
de antaño.
A algunos miles de kilómetros de allí, en Tikopia, otra
remotísima isla con unos pobladores obligados a afrontar similares
retos, estos son capaces de salir airosos del envite y mantener una
población estable así como un próspero modelo de desarrollo durante
muchos cientos de años, manteniendo este tipo de gestión aún en la
actualidad.
¿Cuales son las diferencias esenciales entre los dos
modelos de desarrollo? Tikopia es mucho más pequeña que Pascua (la
distancia máxima desde el centro de la isla al mar es de 1200 metros),
de forma que todos los habitantes son conscientes y co responsables de
lo que pasa en SU isla. Si no pueden mantener una familia evitan
procrear de forma que la población ha mantenido estable durante
generaciones, asimismo, están educados para ser respetuosos con un
entorno del que no pueden escapar, donde no hay rincones por explorar y
del que conocen cada pliegue. Los jefes hereditarios no son tan
poderosos como los de la desdichada Pascua y en todo caso procuran
gestionar toda la isla para producir alimentos de forma continua
mediante un ingenioso sistema de cultivo por pisos del cual el más alto
es el bosque tropical.
Demuestran eficiencia, disciplina y sensatez interactuando con el medio de la forma más adecuada y sostenible.
Desgraciadamente es curioso ver como en un remoto rincón de la vía
láctea, un mundo frágil con recursos limitados y separado de cualquier
otra civilización conocida, la aldea global llamada planeta Tierra,
ahora totalmente interdependiente debido a las redes comerciales y de
comunicación existentes, el sistema de gestión elegido para más gloria,
poder e influencia de codiciosos jerifaltes es el del derroche, la
irresponsabilidad y el exhibicionismo, se cambia simplemente la
construcción de moais por la producción bienes de consumo innecesarios o
por la edificación de grotescas moles de hormigón que cada vez alejan
más al individuo de la naturaleza y de alguno de esos árboles con los
que tan conectado me sentí ayer mismo.
No sólo Pascua, otras
orgullosas civilizaciones como los mayas o los anasazi, perecieron justo
después de alcanzar su punto más álgido evolutiva y tecnológicamente.
Nuestro destino como especie no ha de escribese en oscuros y lejanos
despachos, está en nuestras singulares manos, esa es nuestra común
responsabilidad.
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