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lunes, 13 de marzo de 2017

EL HOMBRE QUE CONFUNDIO A SU MUJER CON UN SOMBRERO

Desde hace tiempo me apetecía releer el libro "El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero". Ayer, al fin, encontré el momento para hacerlo y disfruté de un modo más profundo una obra que, aún siendo ensayo, está llena de emoción, relatos y personajes.
De hecho, recordaba vagamente las historias llenas de ternura y humanidad con las que el neurólogo Sacks describe, con extrema delicadeza y complicidad, patologías auténticamente dramáticas. Sin embargo, igual que alguno de los pacientes del doctor, con problemas de amnesia, me costaba recordar lo que había detrás de la mera anécdota y darles un sentido.
Y así, volví a conmoverme con los casos que presenta, más de 20 historias de personas aquejadas con graves problemas neuronales que tratan de encontrar algo de coherencia en su devenir vital, aunque sea de una forma muy peculiar o muy básica.
El hombre que da título al libro, con problemas para reconocer objetos y caras, se apoya en sus portentosas habilidades musicales para dar una melodía a sus rutinas, y es esta música la que acaba por poner cierto orden a lo que, de otro modo, sería un caos imposible de entes y elementos irreconocibles.
La amnesia profunda de otro de sus pacientes, afectado por el síndrome de Korsakov, nos presenta a un individuo sufriente, sin pasado ni futuro, aislado en un momento del yo, sin ningún referente al que aferrarse y, donde sólo en un momento trascendental de oración, consigue tener cierta paz y conexión con el mundo.
Otros pacientes llegaban a perder la conciencia de un miembro, o, al contrario, sentir un miembro fantasma tras su amputación; e incluso peor, una chica llegaba a perder la propia conciencia de su cuerpo. La paciente, con los automatismos motores lesionados, tenía que hacer un abrumador esfuerzo visual y de atención consciente para volver a mover sus miembros. Esa dicotomía entre cuerpo y mente volvía su realidad altamente descarnada.
Y así van apareciendo una amplia galería de pacientes con el síndrome de Tourette (impulsividad extrema), afásicos, autistas y otro amplio repertorio de carencias y retrasos.
Y todos al fin, como quizá nosotros mismos, buscando una narrativa, una emoción o una cualidad en la que encontrar calma y plenitud. Un anclaje que les permita no hundirse en la sima de la irrealidad y de un modo, siempre muy distinto a las personas más o menos convencionales, seguir conectados a la vida y encontrarle algún sentido a la propia existencia.
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PD: Encontré este enlace del libro, se puede leer entero en pdf. http://mimosa.pntic.mec.es/…/Sacks_Oliver-El_Hombre_Que_Con…

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