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lunes, 11 de diciembre de 2017

NOMADAS

El otro día me tocó reflexionar sobre el objeto del juego de la vida…
Aparentemente no tiene mucho más sentido que el de un asno girando alrededor de una noria donde poco importa la lúdica pirotecnia con la que nos consolemos. Actuamos dentro de los estrechos límites de un circuito predeterminado o, en el mejor de los casos, en el contorno predefinido de un escenario plano y da igual que nos vistamos de enterradores que de lentejuelas. El resultado del juego, que adopta casi siempre el formato de una burlesca tragicomedia sádica, ya se conoce y el final siempre es el mismo, concluye con la súbita caída del telón.
Sin embargo, el errático viaje a ninguna parte no debe de cesar. Aún pienso que hay esperanza, una postrera y última tabla de salvación, ese instante de comprensión absoluta en el que dos miradas se funden, el escenario se eleva, nuevos horizontes aparecen y el mundo se detiene para que allá desde lo alto nos deleitemos contemplándolo.
Soy de los que cree que Sangri La existe.

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